Hacia un fortalecimiento de capacidades en la gestión del riesgo Natech en Centroamérica
Una intensificación en la alteración del clima a un ritmo acelerado e inquietante en todo el mundo ha permitido evidenciar los impactos a diferentes escalas en las personas, el medio ambiente y la infraestructura y, específicamente, un impacto desproporcionado en los más pobres y vulnerables, generando preocupación a nivel local, nacional y global. Según el informe GAR 2022, se reconoce que el cambio climático está creando un riesgo sistémico mayor para la infraestructura crítica, incluyendo entre otros, las zonas costeras que pueden ser directamente afectadas por el aumento del nivel del mar. También es importante mencionar que los sismos constituyen la amenaza natural más mortífera.
Según MunichRe, desde 1980 han causado la mitad de las muertes por desastres en todo el mundo, como resultado de los fuertes temblores o los tsunamis desencadenados. Por otra parte, se estima que actualmente existen alrededor de 550 volcanes activos en todo el mundo. Estos, debido a las erupciones volcánicas, pueden devastar grandes extensiones del territorio de forma más repentina y con mayor intensidad que casi cualquier otro evento de origen natural, generando impactos directos. Sin embargo, los impactos indirectos asociados a las erupciones volcánicas pueden tener repercusiones a nivel mundial.
Además de lo anterior, resulta importante destacar que los sistemas globales que incluyen ecologías, sistemas alimentarios, cadenas de suministro, economías y servicios sociales, están cada vez más interconectados, haciéndolos más vulnerables a un panorama de riesgos incierto. Es así como estos riesgos globales asociados los fenómenos naturales, representan una gran amenaza para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, por lo que es indispensable que los gobiernos y líderes mundiales avancen en un fortalecimiento de los sistemas de gobernanza que consideren la ocurrencia e intensidad de los desastres.
Es importante mencionar que esos desastres no pueden ser concebidos como eventos “naturales”, sino que son una construcción derivada de la interacción de los seres humanos con su entorno en el marco de la insuficiencia de medidas de reducción del riesgo. Sus causas raíz están asociadas a diferentes factores que incluyen, entre otros, condiciones estructurales, de desarrollo y crecimiento, así como valores sociales, económicos, culturales y políticos que se desarrollan a lo largo del tiempo. Por lo tanto, cuando los impactos de un desastre generan eventos en cascada entre un sistema o sector a otro, como ocurre con los riesgos sistémicos, la desigualdad y las vulnerabilidades preexistentes amplifican los impactos negativos (UNDRR, 2022a). Para el caso de Centroamérica, según el Índice de Riesgo de Amenazas Naturales de INFORM, países como Guatemala (6.7), El Salvador (6.6), Nicaragua (6.6) y Honduras (6.5) se encuentran dentro de los 20 países con un índice de riesgo de amenazas naturales promedio de 6,6 o superior. Estos países tienen además una alta proporción de población que viven por debajo del umbral nacional de pobreza, lo que implica que enfrentan un alto riesgo de desastres. La materialización de estos desastres puede provocar déficits de ingresos y consumo, afectar negativamente el bienestar y causar importantes reveses en materia humana, económica y de desarrollo, con consecuencias a largo plazo.
Recientemente UNDRR y el Consejo Científico Internacional realizaron un ejercicio de revisión, definición y clasificación de amenazas, que describió más de 300 tipos que pueden contribuir a los desastres. Dentro de esta clasificación se incluyen eventos comunes como tormentas e inundaciones y también eventos menos frecuentes como pandemias y accidentes químicos. El escenario anterior resulta aún más preocupante cuando el impacto de estas amenazas naturales puede generar afectaciones en las industrias que procesan, almacenan o transportan sustancias peligrosas. Estos escenarios que combinan la ocurrencia conjunta de un evento de origen natural con un accidente tecnológico son denominados Natech por su acrónimo en inglés (Natural Hazards-triggered Technological accidents). Su materialización en distintos países y sus consecuencias de corto, mediano y largo plazo han despertado el interés de las diferentes partes interesadas por gestionarlo de una forma integral y holística. Centroamérica no ha sido ajeno a estos escenarios y a pesar de no tener un registro sistemático de su ocurrencia, sí se han evidenciado impactos en las industrias de la región por ciclones tropicales, inundaciones y otras amenazas de origen natural.