De la vulnerabilidad a la resiliencia: el impacto de la acción anticipatoria en Jocotán
En Tierra Blanca, un pequeño rincón del municipio de Jocotán, en el departamento de Chiquimula, Guatemala, las comunidades están viendo un rayo de esperanza en medio de los desafíos climáticos. Gracias a una iniciativa apoyada por la Dirección General de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la Unión Europea (DG-ECHO), y liderada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) junto a la Cruz Roja Alemana y la Cruz Roja Guatemalteca, estas comunidades están aprendiendo a ser más resilientes frente a la adversidad.
A pesar de los altos niveles de pobreza y desigualdad, la intervención ha traído un cambio significativo. Los agricultores ahora aplican nuevas técnicas que no solo aumentan su productividad, sino que también les permiten generar ingresos adicionales, incluso cuando la sequía, exacerbada por el fenómeno de El Niño, amenaza con destruir sus cultivos.
La seguridad alimentaria ha mejorado notablemente. Las familias que antes luchaban por llevar comida a la mesa, ahora disfrutan de cosechas más abundantes y variadas y se han distribuido raciones de alimentos que han beneficiado a 190 personas que sufrían de desnutrición, un respiro necesario en tiempos difíciles.
Pero el cambio va más allá de la comida. 380 familias han adoptado semillas de maíz y frijol resistentes a la sequía y han aprendido a manejar sus cultivos de manera más eficiente. Estas familias han recibido transferencias monetarias que les permiten afrontar mejor los períodos difíciles. La producción ha aumentado considerablemente: 5,510 quintales de maíz y 2,280 quintales de frijol, una cifra que supera con creces la de otras zonas que no han implementado estas prácticas.
En el corazón de este cambio están las mujeres. De las 380 familias, 342 son encabezadas por mujeres que han sido capacitadas en cómo anticipar y gestionar mejor los riesgos climáticos. Ellas ahora participan activamente en la creación de calendarios de acciones y boletines agroclimáticos, herramientas que les permiten estar mejor preparadas para enfrentar eventos extremos.
Además de mejorar la agricultura, el proyecto ha puesto un fuerte énfasis en la conservación del medio ambiente. Promover prácticas agrícolas sostenibles y restaurar los bosques naturales ha ayudado a mitigar la erosión del suelo y mantener la biodiversidad, asegurando un entorno más saludable para las futuras generaciones.
El acceso a agua potable y saneamiento también ha visto mejoras significativas. Gracias a la instalación de sistemas de captación de agua de lluvia y la distribución de materiales para el tratamiento y consumo de agua segura, las familias ahora tienen menos riesgo de enfermedades y una mejor calidad de vida.
Todo este esfuerzo no hubiera sido posible sin la colaboración con instituciones clave como el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación y la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED). Juntos, han fortalecido la capacidad de las comunidades para enfrentar eventos climáticos extremos. La utilización de pronósticos y la adopción de prácticas agrícolas resilientes han mejorado la seguridad alimentaria incluso en los momentos más críticos.
Una de las beneficiarias del proyecto nos cuenta su historia: "Antes, cuando había sequía, no tenía suficiente agua para los cultivos. Gracias al proyecto, ahora las cosas han mejorado. Antes no producía suficiente comida para mi familia, pero ahora no solo produzco para nosotros, sino que también me sobra para vender. Esto es gracias a las técnicas que hemos aprendido del proyecto". Para escuchar más historias como la suya, puedes ver este video.
La Cruz Roja Guatemalteca, con el apoyo de la Cruz Roja Alemana, ha sido fundamental en este proceso, liderando el fortalecimiento de los Comités Locales de Emergencia y promoviendo una gestión de riesgos integral y basada en evidencias. La creación de la Plataforma de Diálogo Centroamericana y el intercambio regional de lecciones aprendidas fomentan la replicación de estas buenas prácticas en otras regiones.
En un esfuerzo por consolidar estas acciones a nivel nacional, las organizaciones involucradas han establecido un espacio de encuentro interinstitucional con la participación de instancias gubernamentales. Este grupo técnico asesor en acción anticipatoria aspira a integrar plenamente este enfoque en la política pública para la reducción de riesgos.
El proyecto ha dejado una huella duradera en las comunidades de Jocotán. La colaboración entre la Cruz Roja y la FAO, junto con el empoderamiento comunitario, ha creado un modelo de desarrollo que puede replicarse en otras áreas, demostrando que es posible implementar modelos de gestión del riesgo efectivos y adaptados a las necesidades de las poblaciones más vulnerables. Este modelo actúa en coordinación con un sistema de alerta temprana, integrado en una mesa agroclimática organizada por diversos actores en el departamento de Chiquimula, Guatemala. Esta iniciativa está contribuyendo al fortalecimiento de la resiliencia agrícola frente a los efectos del cambio climático, mejorando la planificación y las decisiones de los agricultores locales.
Finalmente, a través de un proyecto regional financiado por DG-ECHO, la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) para las Américas y el Caribe acompaña y genera espacios de intercambio y aprendizaje con socios de ECHO y otros. Este esfuerzo busca mejorar la preparación ante amenazas naturales y reducir el riesgo en toda la región, contribuyendo a la implementación del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030.